viernes, 16 de diciembre de 2011

Homilía para el 4to domingo de Adviento - Ciclo B

Pidamos, primero, a nuestra Hermosa Madre la Virgen, que nos consiga del Espíritu Santo la gracia de entender esta Palabra. Dios te salve...

David se había hecho su casa, de cedro, y quiso hacerle a Dios una casa. Pero se había olvidado que el que había diseñado el tiemplo de Dios entre los hombres hasta ese momento  había sido el mismo Dios. Dios le había dicho a Moisés que tenía que ser una tienda de campaña, especial. con lugares para el altar y los sacrificios, y lugar para el arca. En esa tienda de campaña, en esa carpa, Dios se mostraba cuando su nube descendía sobre ella y manifestaba que Él iba con ellos, acompañándolos.
Cuando David se siente seguro en Jerusalén, luego de haber afianzado su reino, piensa que Dios también debe instalarse y que él, como rey de Israel, debe y puede hacerle una casa a Dios. Parecía algo tan lógico que el mismo profeta Natán lo apoya.
Pero Dios piensa distinto.
Dios tiene un proyecto de salvación que está en marcha y que piensa hacer realidad de una manera portentosa.
Dios le hace ver a David que él ahora está seguro en Jesusalén y en su reino porque fue Dios quien hizo que sucediera todo: lo sacó de detrás del rebaño, le hizo ganar las batallas, le dio paz y lo estableció en Jerusalén. Y le anuncia que Él, Dios, le va a hacer una casa a David.
Este modo de decir las cosas, esto de la casa, se comprende totalmente si entendemos claramente los dos sentidos que tiene: familia y lugar.
La Casa de David es la descendencia de David. A uno de esa descendencia, Dios promete hacerle una casa, un lugar especial, donde reinará para siempre.
Como profecía le anuncia que uno de su descendencia será el rey eterno, el Mesías. Y ese mesías será Jesús.

A este Mesías, su propio Hijo, Dios  Padre le hará tener un lugar especial para nacer, un lugar especial para morir, y un lugar especial para reinar. Y se cumplirá el proyecto de salvación de Dios. El reino de Dios se hará presente.
Para nacer como hombre necesitó una "casa" especial, una mujer, y la preparó haciéndola purísima, sin mancha de pecado original, lugar apto para que Dios se hiciese hombre. Y el Espíritu Santo, con su obra y su gracia, la cubre con su sombra, como la nube de Dios con su sombra cubría la tienda de campaña que era el templo de Dios para el pueblo de Israel. Por eso María concibe en su seno sin haber tenido relación con ningún hombre. Y a su pregunta al ángel de cómo era posible que ella concibiera si no tenía relación con ningún hombre, el ángel le responde que "Para Dios no hay nada imposible" y María acepta y se ofrece como servidora del Señor: Casa especial para el Mesías que debía venir.

El lugar especial en el que el Mesías debía morir va a ser la cruz. Y el lugar especial desde donde el Mesías debía reinar será a la derecha del Padre.
Hoy celebramos el lugar y la forma en que Dios ha hecho la casa para que el mesías naciera. Celebramos también la disponibilidad y docilidad de María, humilde servidora. Celebramos el portentoso poder de Dios, su sabiduría infinita, su tremenda delicadeza, su maravillosa forma de hacer las cosas. Y también celebramos todos los signos y mensajes que hay en cada uno de los elementos de la escena de la Anunciación: 
  • Dios, a través de la presencia del ángel, se muestra otra vez actuando en la historia de su pueblo Israel. De un modo muy sencillo y desapercibido para el resto del mundo, se hace presente ante una virgen comprometida.
  • "Alégrate, María", como saluda el ángel, expresa que la acción de Dios es feliz, salvífica, trae gozo y libertad. El saludo incluye la afirmación "El Señor está contigo", cumpliendo la profecía del Emmanuel "Dios con nosotros" que dijera Isaías.
  • "No temas", Dios salva.
  • "Concebirás y darás a luz un Hijo al que llamarás Jesús",  que significa "Dios salva".
  • "Él salvará".
  • "Concebirás y darás a luz" quiere decir "Harás tu parte, colaborarás, cumplirás tu parte de la Alianza, obedecerás al Señor tu Dios y a Él solo servirás." Dios salva al hombre con el hombre. María nos representa en este momento de Dios teniendo que asumir lo que tiene que hacer.
  • Pero como Dios no pide al hombre cosas imposibles, la pregunta de María se vuelve importante para discernir el camino que Dios marca.
  • Así como Dios no necesita de David para tener su casa, no necesita de un descendiente de David como José para que el Hijo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, se encarnara. Dios se hizo hombre sin intervención de varón, porque para Dios no hay nada imposible.
  • María acepta hacer ese servicio que Dios le pide por el ángel, y la Iglesia exulta porque en ese momento Dios se encarnó, y, al modo de decir del prólogo del evangelio de Juan, "plantó su tienda entre nosotros" y dirá San Pablo: "Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?"
Todo lo que nos preocupe en la vida mirémoslo desde aquí y nos daremos cuenta de la voluntad de Dios.
Que el Señor bendito y la Hermosa Madre nos bendigan en nuestro esfuerzo por hacer su voluntad.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Homilía para el 2º domingo de Adviento - Ciclo B

Pidamos, primero, a nuestra Hermosa Madre, la Santísima Virgen María, que pida para nosotros al Espíritu Santo el don de entendimiento de la Palabra de hoy.

 «¡Qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor!» dice la segunda carta de Pedro. ¡Y qué razón tiene!
Jesús ya vino en Belén, en la humildad de nuestra carne. Y está por llegar en la manifestación entera de su gloria. Ese día será el día del Juicio Final. El Señor juzgará y sentenciará quién entra a la Vida y quién no.
Mientras está llegando, todo el tiempo de la espera, es el tiempo de la misericordia de Dios. Es el tiempo que Él nos da para volver a Él, para recibirlo y para que nos decidamos a seguirlo, aprendamos a seguirlo y perfeccionemos nuestro seguimiento. No es tiempo de no hacer nada. Tampoco es tiempo de probar pecar para ver qué se siente, y una vez experimentado decidirnos a dejar de pecar. Ni es un tiempo donde puedo permitirme hacer mis caprichos, total Dios me espera. 
Es el tiempo de preparar el camino, porque el Señor está viniendo a mí. Es el tiempo de allanar los senderos, es decir, de prestarle atención, de pensar en Él, de quitar los obstáculos que le pongo para atenderlo, para escuchar lo que me dice y cuando me lo dice, para sacar las excusas que digo para no obedecerle. Es el tiempo de hacer oración para acercarme a Él que está llamándome y quiere hablar conmigo. Es el tiempo de la oración para aprender a conocerlo, a tener intimidad con Él, para aprender cómo habla, cómo dice las cosas, qué dice, qué quiere, qué exige. Es el tiempo de abrir las habitaciones oscuras de mi casa interior, y permitirle que ilumine con su Luz sanadora. Es el tiempo de entregarle mis malos hábitos, mis pecados ocultos y nunca confesados, mis pecados que aunque no sean tan graves repito y repito una y mil veces. Es tiempo de suplicar que me salve. Es tiempo de agradecer las veces que me ha hablado, me ha tocado, me ha liberado, me ha enseñado, me ha transformado. Es el tiempo de abrir los ojos y aprender a ver a los demás, a ver que están, tiempo de aceptar que están y que soy también responsable de ellos. Tiempo de asumir que son hermanos, que son mis hermanos, y que si no los tengo como tales Dios quiere que abra mi corazón para que todos ellos quepan. Es tiempo de buenas acciones, buenas palabras, buenas obras, tiempo de perdón, tiempo de comprensión, tiempo de liberar al otro de las cargas que puedan tener conmigo.
También es tiempo de familia, de comunidad, de oración en comunidad, de celebración con la Iglesia, de ser Iglesia que celebra con inmensa alegría que Él está con nosotros. Y es tiempo de responsabilidad en el obrar diario, en nuestros trabajos, en nuestros negocios, en nuestras vacaciones, en nuestros descansos, en nuestros desvelos, en nuestro actuar ciudadano, en nuestra salud, en nuestra educación, en nuestra integración del pueblo de la patria, de la nación. Responsabilidad en los gastos, en los pagos, en los impuestos, en las ambiciones, en las deudas, en los compromisos, en el ejemplo que doy, de dejar de oprimir a otros con mis malos gestos, con mi violencia, con mis egoísmos, con mi desinterés, etc.
En suma: tiempo de una conducta sabia y piadosa. Y eso acelerará la venida gloriosa del Señor.
Que el Señor bendito y la Hermosa Madre nos bendigan para que nuestro corazón aprenda, cambie, se convierta y vivamos como salvados que fuimos por el Señor.