viernes, 15 de julio de 2011

Homilía para el domingo 16º durante el año - Ciclo A


Pidamos, en primer lugar, a nuestra Hermosa Madre, la Virgen María, que ore por nosotros al Espíritu Santo para que nos conceda el don de entender la Palabra de hoy.
Las parábolas del Reino son desestructurantes:
Por un lado, el Reino de los Cielos se da en un crecer junto al enemigo, siendo hijo de Dios en medio de los hijos del malo. Es la parábola de la cizaña.
Por otro, el Reino de los Cielos comienza muy chiquitito, pero llega a ser grande cuando crece.
Por último, el Reino de los Cielos es un fermento, que va conquistando de adentro, transformando desde adentro.
Dios no nos hace parte de su reino como vasallos, sino como miembros de su familia. Y como en toda familia, cada uno de sus miembros va naciendo y creciendo. En esta familia sólo se muere el que quiere morirse. Todo el que quiere vivir vive. Y si necesita ayuda, de sobra la tiene y siempre disponible.
Nos invita Dios a tomar conciencia de que fuimos sembrados por Él en este mundo para que seamos sus hijos, y vivamos como tales. Eso hará que cada obra nuestra, hecha como hijos de Dios, con el corazón de hijos de Dios, con la intención de honrar y amar a Dios y al prójimo, vaya edificando aquí el Reino de los Cielos. En medio de la lucha somos llamados a fermentar toda la sociedad para que desde las cosas pequeñas hasta que se vuelvan grandes vayamos poniendo en la vida actual la mentalidad de los hijos de Dios.
Nosotros quisiéramos que Dios hiciera todas las cosas, pero Él quiere que nosotros hagamos las nuestras. Que, desde nosotros, decidamos por Él y que con entusiasmo siempre nuevo hagamos lo que esté a nuestro alcance para que la vida de los hermanos con los que vivimos en el mundo de hoy sea más justa y digna, más atendida y cuidada, más edificada sobre valores auténticos que respeten a Dios y su obra.
El vivir en el mundo de hoy es nuestra tarea, y nadie está exento de dar lo mejor que tiene, bajo pena de quedarse sin el Reino, bajo pena de no contar con la gracia de Dios si me meto en lugares donde Dios no es respetado, si no cuido mi fe, si no cultivo mi relación con Dios, si en mi familia no se vive la alegría de la fe. Es nuestra tarea brindar amor, comprensión, ayuda, buen ejemplo, palabra de consejo que libere del mal a los otros, esfuerzo por ayudar a que los oprimidos tengan una vida más digna y justa, etc. etc. etc. ¿Encontrará el Señor en nosotros hermanos disponibles y valientes, que se animan a mostrar su fe y su fortaleza en el ejercicio de la caridad y de la lucha por el bien común y en especial de los más pequeños y abandonados?
¿Encontrará la Iglesia que sus hijos quieren la verdad, quieren el bien, quieren unirse en un verdadero testimonio de amor capaz de mover montañas? Hay muchos que se van de la Iglesia y dicen de todo de la Iglesia, y que además encontraron en otras iglesias lo que aquí no les dimos. ¿Quiénes somos los responsables del abandono de tantos, de la ignorancia de tantos, de la debilidad de la fe de tantos? En primer lugar la misma jerarquía, los mismos sacerdotes que nos dejamos envolver en mentalidades y razonamientos que nos alejaron de la prudencia pastoral (me incluyo) y que no vimos que en vez de nutrir a nuestros hermanos les palmeamos la espalda y los hicimos débiles para la lucha y para el verdadero testimonio. En segundo lugar la misma familia que tomó la mentalidad cómoda y laxa del mundo, y dejó de orar unida, de madurar en la fe y de transmitir una fe madura y adulta, quedando sólo en formalidades que los niños tienen que cumplir sin que los mayores -por vivir felizmente su fe comprometida- dieran el buen ejemplo de fidelidad y compromiso y entrega a Dios. En tercer lugar, los amigos y el entorno, que muchas veces puso a prueba la fe de cada uno hasta arrasarla justificando cualquier postura menos la coherencia en la fe. En cuarto lugar, la misma persona que abandonó la Iglesia, porque no se decidió a aprender, ni a buscar la verdad en la Iglesia, ni a madurar en la Iglesia, imitando a los santos y a los valientes que se jugaron por el bien de los demás. Siempre es más fácil criticar que criticarse.
Ahora también es tiempo de Dios y tiempo de gracia, ahora también es tiempo de crecimiento. La cosecha no es aún, pero será. Quien por cualquier circunstancia se volvió hijo del malo, puede volver y aceptar la gracia y ser transformado en hijo de Dios. La decisión es personal. La responsabilidad es de todos de animar a todos los que abandonaron el rebaño a volver al mismo.
Que María, la hija predilecta del Padre, que con su disponibilidad y obediencia nos dio el ejemplo de apertura y respuesta a la gracia de Dios, nos tienda su mano para que tomados de ella seamos hijos de Dios renovados en nuestra fe y en nuestra adhesión a Él y a su Iglesia. Que el Señor bendito y la Hermosa Madre nos bendigan a todos.

1 comentario:

miriam dijo...

gracias por cada una de estas homilías. son clarisimas, y nos llevan, nos "invitan" ,a comprometernos cada día mas en la construcción del Reino.

..."En esta familia sólo se muere el que quiere morirse. Todo el que quiere vivir vive. Y si necesita ayuda, de sobra la tiene y siempre disponible"... doy fe de que es así, de que el Señor siempre está disponible para tendernos su brazo dandonos fortaleza y luz para guiarnos. pero tambien nos dió capacidad de discernimiento, libre albedrío, y la decisión de seguirlo o nó, de pedir ayuda cuando la cuesta es muy dificil de subir, ES NUESTRA.

si percibimos errores en nuestra iglesia,sepamos que estamos percibiendo errores en NOSOTROS, porque la iglesia somos NOSOTROS, la formamos NOSOTROS, entonces, en vez de cruzar a la vereda de enfrente y desde allí criticar, quedemonos de este lado, dentro de nuestra iglesia, y desde ese lugar, que es nuestro lugar, porque NOSOTROS, todos los bautizados, somos la iglesia,trabajemos para que cada día sea mas fiel a la palabra del Señor.

buenisima su reflexión sobre los errores en cada uno de los estamentos de nuestra iglesia. hay muchos sacerdotes y/o religiosos que no son reflejo de la Palabra,...y habemos muchos, muchísimos laicos que en diferentes instancias de nuestra vida, tampoco lo somos...entonces pues: a concientizarnos de ésto y a tratar con todo empeño de corregirnos, de mejorarnos, de tratar de ser dignos representantes de Jesús, de decirnos ante cada circunstancia: QUÉ HARÍA JESUS FRENTE A ESTO? y hacerlo nosotros.

..."Siempre es más fácil criticar que criticarse"... qué gran verdad!!! trabajemos con nuestra humildad, miremonos nuestro interior sin ninguna lupa distorsionadora, y critiquemos y modifiquemos lo que haya que criticar y modificar de nuestra conducta...cuesta!!! pero se puede.
saber reconocer y decir: perdón. me equivoqué. actué mal.corregiré el camino...(cuesta, pero si se logra trae mucha paz interior).

que Dios nos bendiga siempre.