martes, 2 de agosto de 2011

Homilía para el domingo 18º durante el año - Ciclo A

Pidamos primero a nuestra Hermosa Madre que nos consiga del Espíritu Santo el don de entender la Palabra.
Isaías anuncia el llamado de Dios a gozarse de su generosidad. Invitación dirigida a sedientos y hambrientos, necesitados y angustiados, los desposeídos y desesperados. Hay de sobra, y todo gratis.
El amor de Dios es tan grande que envió a su Hijo al mundo para que el mundo se salve por Él, y nada ni nadie podrá separarnos jamás del amor de Dios manifestado en Jesucristo nuestro Señor.
Así como el Padre ha enviado a su Hijo, el Hijo nos envía a nosotros con ese "Denles ustedes de comer" con lo que tenemos. Se trata de ser generosos y compartir como Dios fue generoso y compartió todo lo suyo.
Si nos identificamos con Dios, si nos unimos a Él, si estamos en comunión con Él, nos espera el camino de la generosidad, para reproducir en nosotros su imagen. Él mismo hará que alcance y sobre.
Nuestro cinco panes y dos peces son los talentos, dones y carismas que Dios nos dio, es lo que tenemos, incluso lo que hemos hecho crecer gracias a Él. Si los ponemos en las manos de la gente para que se alimenten, su necesidad será saciada, y sobrará. Porque el milagro está en el compartir. ¿Acaso hoy, en este mundo consumista y egoísta, no es un milagro compartir lo que se tiene (no sólo lo que sobra) sin esperar nada a cambio?
Los mayores en la familia compartan lo que han recibido y han hecho crecer (sobre todo lo que han madurado y aprendido espiritualmente) de los dones de Dios para que su ejemplo humilde, feliz y constante, provoque que el corazón de los más jóvenes que busca llenarse con cualquier cosa halle que sólo en Dios encontrará reposo, paz y saciedad. Necesitan la verdad de Dios, no lo que la sociedad actual toma como verdad aunque sólo se basa en impulsos y caprichos, relativismo e irrespetuosidad de la misma verdad. Lo que Dios nos ha dado conocer, hay que darlo con la madurez de quien ha vivido más y ha pasado más dificultades y dolores y ha salido fortalecido.
Los que han recibido algo de parte de Dios son animados a hacer fructificar esos talentos, no deben caer en la tentación del facilismo, del miedo, y esconderlos.
El mundo de hoy necesita de generosos, de los que se hacen violencia a sí mismos para dar todo lo que pueden dar. Y es Dios quien está detrás donando su amor a través de los que se le entregan.
El Señor bendito y la Hermosa Madre los bendigan mucho.

2 comentarios:

miriam dijo...

trascribo dos frases que comparto plenamente, identificándome con ellas:

-"...sólo en Dios encontrará reposo, paz y saciedad."

-"Lo que Dios nos ha dado conocer, hay que darlo con la madurez de quien ha vivido más y ha pasado más dificultades y dolores y ha salido fortalecido".

El don, la gracia de las experiencias duras y difíciles vividas y de la ayuda y guía del Señor para salir fortalecidos de las mismas es lo que debemos transmitir pues a todo lo vivido debemos mirarlo exhaustivamente y aprender, primero: nosotros mismos para luego transmitirlo a otros.

"de los que se hacen violencia a sí mismos para dar todo lo que pueden dar".Esta frase no la comprendo, o logro captar qué quiso decirnos a traves de ella. no entiendo el "hacernos violencia a nosotros mismos" para dar todo lo que podamos.(me gustaría, si es posible, aclarara este término).

salvo esto que no entendí, el resto lo comparto y aspiro a que todos, con nuestras limitaciones y defectos, lo pongamos en práctica. para eso pidamos al Señor nos hable siempre a traves de nuestra conciencia y nos dé la gracia de seguir siempre sus enseñanzas.

que el Señor nos bendiga siempre.

Pbro. Juan Dondo dijo...

Hacerse violencia a sí mismo no significa maltratarse, sino exigirse, porque no siempre estamos dispuestos a dar los pasos que debemos dar, no siempre estamos dispuestos a dar lo mejor que nosotros tenemos porque hay fuerzas en nuestro interior que atentan para dañarnos (aunque a veces parezca que es por defendernos) como son el egoísmo, la pereza, la desidia, la acedia, la molicie, la vanidad, el orgullo, la comodidad, la pasividad, y muchas más, y todas estas son fuerzas a las que hay que oponerse, y es en ese sentido que hablaba de hacerse violencia, oponerse decididamente como si de una lucha se tratara, para dar todo lo que podemos dar de bueno.