sábado, 21 de enero de 2012

Homilía para el 4to domingo del tiempo ordinario - Ciclo B


Pidamos, hermanos, en primer lugar, que la Hermosa Madre de Dios, la Virgen María, nos consiga del Espíritu Santo el don de entender esta Palabra. Dios te salve, María...
El tiempo para algunos es sólo transcurso de cosas, de vivencias, o duración que para los niños y jóvenes el tiempo puede ser lento, para los adultos y mayores cada vez se acelera más. 
Para el creyente el tiempo es tiempo de Dios, oportunidad de Dios. Es decir, es el modo como Dios nos permite levantar la mirada, corregir nuestros pasos y caminos, rectificar las intenciones: nos da tiempo. Pero ese tiempo no es eterno.
El tiempo que tenemos es administrado conjuntamente por Dios y nosotros, por Dios, los demás y yo. Todos vamos decidiendo y vamos interviniendo y comprometiéndonos y comprometiendo la vida y obrar de los otros. 
Hemos escuchado el refrán que dice: «El hombre propone y Dios dispone», y es verdad cuando queremos decir que sólo se hace la voluntad de Dios.
Pero también es posible decir: «Dios propone y el hombre dispone», porque es verdad que Dios deja al hombre decidir. Tras la decisión el hombre ha modificado su vida, su tiempo, su oportunidad. Si ha sido capaz de decidir según el Espíritu de Dios, si se ha dejado inspirar, si ha sido dócil a sus inspiraciones, entonces su decisión le acercará más a la Voluntad de Dios. Pero si, por el contrario, la decisión del hombre obra en contra de lo que Dios quería, provocará que ese tiempo que podría haber sido de salvación sea de dolor y sufrimiento para sí y para otros.
El hombre tiene que hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones. Aunque no quiera. Yo tengo que hacerme cargo de las consecuencias de lo que decido y de lo que provoco con lo que decido. Aunque no quiera.

Hoy el Señor Jesús nos vuelve a decir: «El tiempo se ha cumplido».
Esto tiene muchos significados positivos para nosotros: 
• El tiempo de las esperanzas que tenemos se ha cumplido.
• El Señor no va a esperar más para hablarnos.
• El Señor no va a demorar más su salvación.
• El tiempo de la alegría se ha hecho presente.
• El tiempo de la paz ha llegado. Etc.
Todo esto nos levanta el espíritu, nos anima en la fe, fortalece nuestra esperanza, nos aclara la visión.
Por otro lado, también esa frase de Jesús «El tiempo se ha cumplido» nos coloca frente a un punto del que no hay regreso. Nos obliga a dar pasos concretos. Nos lleva a la decisión más profunda de nuestras vidas ahora. No hay más tiempo para vacilar, para pensar y calcular las conveniencias. El momento es ahora.
Jesús agrega: «el Reino de Dios está cerca». Tremenda buena noticia: Dios está cerca, se ha acercado y está acercándose reinando. Su Reino, esperanza de paz y dicha de toda la humanidad, vida feliz anhelada por todos, dominio del bien y soberanía de la justicia, respeto del orden dado por Dios, serenidad y sosiego de la vida protegida por el amor de Dios, todo el bien, todo lo bueno y maravilloso del amor de Dios actuante y actuando, todo eso junto es el Reino de Dios, y está cerca.
La siguiente frase: «Conviértanse y crean en la Buena Noticia» nos pide una opción, una decisión responsable. Un hacernos cargo. Convertirse es cambiar en el modo de pensar, es hacer el viraje necesario para dejar el camino equivocado y tomar el camino de Dios por la fe. Es pasar de pensar que Dios existe a vivir CON Dios. Pasar de saber que Dios ayuda a AYUDAR A Dios. Pasar de pedir ayuda a Dios para nuestros proyectos personales y egoístas a OCUPARNOS DE HACER SU VOLUNTAD PARA BIEN DE TODOS. Es pasar de buscar a Dios para sanarnos a buscar a Dios PARA SALVARNOS.
Dios envió a Jonás a predicar a Nínive y Nínive creyó que era cierto lo que Jonás decía, hizo penitencia y se convirtió.
El Hijo de Dios nos ha hablado Él y nos caben las preguntas: ¿Creo yo en lo que Jesús dice? ¿Tomo su Palabra oída en la Liturgia de hoy como verdadero mensaje suyo dirigido a mí hoy mismo? ¿Creo, creemos, en esa buena noticia que hoy nos ha sido proclamada?
¿Qué haré con mi vida, entonces? Es tiempo que haga penitencia por los pecados cometidos hasta hoy. Es tiempo que haga una vida de oración más profunda y constante para oír a Dios en mi conciencia y respetar su voluntad y hacerla. Es tiempo de abrir el corazón e integrar a todos en una vida de armonía, respeto, paz y solidaridad. Es tiempo de cambiar las actitudes negativas y dañinas por actitudes sanas y sanadoras. Es tiempo de reparar los daños provocados. Es tiempo de reparar el mal cometido. Es tiempo de comunión con Dios, de comunión con la familia, con la comunidad, con todos los de buena voluntad, tiempo de comunión con la creación y con uno mismo.
Las palabras del Apóstol Pablo nos ubican frente a lo definitivo del tiempo. El tiempo como oportunidad para probar el pecado se acabó para los que hemos decidido seguir al Señor, porque entramos en el tiempo final, el tiempo de la gloria, el tiempo definitivo.
Hoy, ahora, está Dios frente a nosotros para que lo adoremos con la vida entera y adorándolo recibamos su amor infinito que nos santifica y nos plenifica.
Que nuestra Hermosa Madre, la Virgen María, nos acompañe y nos anime a dar a Dios y a los demás lo mejor de nosotros mismo.
Que el Señor y la Hermosa Madre los bendigan mucho.

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