Pidamos, hermanos,
en primer lugar, que la Hermosa Madre de Dios, la Virgen María, nos consiga del
Espíritu Santo el don de entender esta Palabra. Dios te salve, María...
El tiempo para
algunos es sólo transcurso de cosas, de vivencias, o duración que para los
niños y jóvenes el tiempo puede ser lento, para los adultos y mayores cada vez
se acelera más.
Para el creyente
el tiempo es tiempo de Dios, oportunidad de Dios. Es decir, es el modo como
Dios nos permite levantar la mirada, corregir nuestros pasos y caminos,
rectificar las intenciones: nos da tiempo. Pero ese tiempo no es eterno.
El tiempo que
tenemos es administrado conjuntamente por Dios y nosotros, por Dios, los demás
y yo. Todos vamos decidiendo y vamos interviniendo y comprometiéndonos y
comprometiendo la vida y obrar de los otros.
Hemos escuchado el
refrán que dice: «El hombre propone y Dios dispone», y es verdad cuando
queremos decir que sólo se hace la voluntad de Dios.
Pero también es
posible decir: «Dios propone y el hombre dispone», porque es verdad que Dios
deja al hombre decidir. Tras la decisión el hombre ha modificado su vida, su
tiempo, su oportunidad. Si ha sido capaz de decidir según el Espíritu de Dios,
si se ha dejado inspirar, si ha sido dócil a sus inspiraciones, entonces su
decisión le acercará más a la Voluntad de Dios. Pero si, por el contrario, la
decisión del hombre obra en contra de lo que Dios quería, provocará que ese
tiempo que podría haber sido de salvación sea de dolor y sufrimiento para sí y
para otros.
El hombre tiene
que hacerse cargo de las consecuencias de sus decisiones. Aunque no quiera. Yo
tengo que hacerme cargo de las consecuencias de lo que decido y de lo que
provoco con lo que decido. Aunque no quiera.
Hoy el Señor Jesús
nos vuelve a decir: «El tiempo se ha cumplido».
Esto tiene muchos
significados positivos para nosotros:
• El tiempo de las
esperanzas que tenemos se ha cumplido.
• El Señor no va a
esperar más para hablarnos.
• El Señor no va a
demorar más su salvación.
• El tiempo de la
alegría se ha hecho presente.
• El tiempo de la
paz ha llegado. Etc.
Todo esto nos
levanta el espíritu, nos anima en la fe, fortalece nuestra esperanza, nos
aclara la visión.
Por otro lado,
también esa frase de Jesús «El tiempo se ha cumplido» nos coloca frente a
un punto del que no hay regreso. Nos obliga a dar pasos concretos. Nos lleva a
la decisión más profunda de nuestras vidas ahora. No hay más tiempo para
vacilar, para pensar y calcular las conveniencias. El momento es ahora.
Jesús agrega: «el
Reino de Dios está cerca». Tremenda buena noticia: Dios está cerca, se ha
acercado y está acercándose reinando. Su Reino, esperanza de paz y dicha de
toda la humanidad, vida feliz anhelada por todos, dominio del bien y soberanía
de la justicia, respeto del orden dado por Dios, serenidad y sosiego de la vida
protegida por el amor de Dios, todo el bien, todo lo bueno y maravilloso del amor
de Dios actuante y actuando, todo eso junto es el Reino de Dios, y está cerca.
La siguiente
frase: «Conviértanse y crean en la Buena Noticia» nos pide una opción, una
decisión responsable. Un hacernos cargo. Convertirse es cambiar en el modo de
pensar, es hacer el viraje necesario para dejar el camino equivocado y tomar el
camino de Dios por la fe. Es pasar de pensar que Dios existe a vivir CON Dios.
Pasar de saber que Dios ayuda a AYUDAR A Dios. Pasar de pedir ayuda a Dios para
nuestros proyectos personales y egoístas a OCUPARNOS DE HACER SU VOLUNTAD PARA
BIEN DE TODOS. Es pasar de buscar a Dios para sanarnos a buscar a Dios PARA
SALVARNOS.
Dios envió a Jonás
a predicar a Nínive y Nínive creyó que era cierto lo que Jonás decía, hizo
penitencia y se convirtió.
El Hijo de Dios
nos ha hablado Él y nos caben las preguntas: ¿Creo yo en lo que Jesús dice?
¿Tomo su Palabra oída en la Liturgia de hoy como verdadero mensaje suyo
dirigido a mí hoy mismo? ¿Creo, creemos, en esa buena noticia que hoy nos ha
sido proclamada?
¿Qué haré con mi
vida, entonces? Es tiempo que haga penitencia por los pecados cometidos hasta
hoy. Es tiempo que haga una vida de oración más profunda y constante para oír a
Dios en mi conciencia y respetar su voluntad y hacerla. Es tiempo de abrir el
corazón e integrar a todos en una vida de armonía, respeto, paz y solidaridad.
Es tiempo de cambiar las actitudes negativas y dañinas por actitudes sanas y
sanadoras. Es tiempo de reparar los daños provocados. Es tiempo de reparar el
mal cometido. Es tiempo de comunión con Dios, de comunión con la familia, con
la comunidad, con todos los de buena voluntad, tiempo de comunión con la
creación y con uno mismo.
Las palabras del
Apóstol Pablo nos ubican frente a lo definitivo del tiempo. El tiempo como
oportunidad para probar el pecado se acabó para los que hemos decidido seguir
al Señor, porque entramos en el tiempo final, el tiempo de la gloria, el tiempo
definitivo.
Hoy, ahora, está
Dios frente a nosotros para que lo adoremos con la vida entera y adorándolo
recibamos su amor infinito que nos santifica y nos plenifica.
Que nuestra
Hermosa Madre, la Virgen María, nos acompañe y nos anime a dar a Dios y a los
demás lo mejor de nosotros mismo.
Que el Señor y la
Hermosa Madre los bendigan mucho.
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