viernes, 22 de abril de 2011

Homilía para el Viernes Santo - Ciclo A

Primero pidamos a la Virgen María, nuestra hermosa Madre, que nos consiga del Espíritu Santo el don de entender esta Palabra de hoy.

La profecía de Isaías, varios siglos antes de Jesús, describe detalladamente el sufrimiento del Siervo que salva a todos con su muerte. Parece haber contemplado la pasión de Jesús. Y como toda profecía no provocó lo profetizado sino que una vez que se produjo lo que había sido profetizado sirvió para interpretarlo correctamente.
Sin la profecía, sin la revelación del plan amoroso de salvación de Dios, no hubiera tenido sentido de salvación tanta crueldad con un hombre. Hubiera pasado como otra historia más de tortura y muerte donde los curiosos miran y no hacen nada.
Pero en la profecía se dice: “Sí, mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande”, “Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos”. Dos frases en las que habla Dios.
Y también dos frases en las que habla el profeta: “Él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias”, “El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados”.
La Iglesia recuerda hoy volviendo a escuchar el relato de la Pasión de Jesús cómo y a qué precio hemos sido salvados. Sólo el infinito amor de Dios manifestado en Jesús, nuestro Señor, ha hecho posible nuestra redención. Sólo un amor tan grande como el que tuvo Jesús por nosotros le dio la fortaleza para cargar sobre sí todos nuestros sufrimientos y dolencias, nuestras rebeldías e iniquidades. Todo el castigo que era para nosotros lo padeció Él para que gozáramos de la libertad.

Y hoy, que recordamos a Jesús en su pasión y muerte, la Iglesia es invitada, nuestra comunidad eclesial es invitada a contemplar al crucificado Jesús sin quedarse en el mero lamento de su dolor: somos invitados a una conversión que abarca muchos aspectos, como son
  • el tomar conciencia de nuestra responsabilidad en su pasión y en la pasión y muerte de muchos hermanos a quienes hacemos sufrir.
  • el decidirnos a colocarnos a su lado como discípulos, cargando nuestra cruz y asumiendo padecer la crucifixión con el mismo amor y el mismo motivo que lo movió a Jesús: salvar.
  • el obrar de tal manera que bajemos de la cruz a los crucificados de hoy.
  • el hacer lo posible, sin excusas, por cambiar el modo de las relaciones humanas para desterrar la violencia, la opresión y el daño que provocan los egoísmos, el odio y la malicia.
  • el perdonar siempre y todo.
  • el obrar como generosos y no como temerosos.

Los frutos de nuestra conversión se ven en el trato con los demás, en las acciones y no en las intenciones. Los creyentes creen en Dios, pero los discípulos obran como Jesús. Y puede también el Señor hoy encontrar que sus discípulos huyen. Por eso, vigilemos y oremos para no caer en la tentación de huir, de cerrar los ojos y oídos a los clamores de los crucificados de hoy. Jesús fue el crucificado para que no hubiera más crucificados. A los discípulos nos toca bajar de sus cruces a los crucificados de hoy, consolándolos y atendiéndolos con el amor con que nos amó Jesús.

El Señor bendito nos bendiga con el don de ser auténticos discípulos, y su hermosa Madre nos acompañe en nuestra misión.
 

2 comentarios:

miriam dijo...

...ayudame Señor, dame tu Gracia, para no temer como Pedro, que te nego 3 veces. guíame para seguirte y acompañarte en tu camino hacia la cruz, y dar testimonio de tu amor.

NO HAY MAYOR AMOR QUE DAR LA VIDA.
que Dios nos bendiga siempre

Abu dijo...

Perdonanos Señor a todos los que nos vamos quedando en los lamentos, en el sentimentalismo que provoca ver a alguien castigado, lacerado , sangrante...es dolor de hombres y tiene fin, porque con la muerte acaba.
Ayudanos para que nos sepamos abrir a Tu Gracia. para que vivamos la necesidad de Ti, para que tengamos sed de Ti y que sintamos la sed de despertar esa sed de Ti en otros, para eso fue tu grito en la Cruz "Tengo sed". Ese grito nos lo dejaste a nosotros para que tengamos sed y hagamos que otros tambien la tengan, PERO SED DE TI. ¡Calmemos la sed de los crucificados de hoy!, que podemos ser nosotros mismos, no nos excluyamos.
Todos, todos necesitamos convertirnos permanentemente.
No nos bajemos de la cruz hasta que no tengamos SED de ÉL.
Señor Tu nos amas ten piedad de nosotros