miércoles, 2 de marzo de 2011

Homilía para el 9° domingo durante el año - Ciclo A

Primera Lectura: Deuteronomio 11,18.26-28.32
Graben estas palabras en lo más íntimo de su corazón. Atenlas a sus manos como un signo, y que sean como una marca sobre su frente. Yo pongo hoy delante de ustedes una bendición y una maldición. Bendición, si obedecen los mandamientos del Señor, su Dios, que hoy les impongo. Maldición, si desobedecen esos mandamientos y se apartan del camino que yo les señalo, para ir detrás de dioses extraños, que ustedes no han conocido. Cumplan fielmente todos los preceptos y leyes que hoy les impongo.

Salmo Responsorial: 30
"Sé la roca de mi refugio, Señor."
A ti, Señor, me acojo; / no quede yo nunca defraudado; / tú, que eres justo, ponme a salvo, / inclina tu oído hacia mí; / ven aprisa a librarme. R.
Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. / Sed fuertes y valientes de corazón, / los que esperáis en el Señor. R.
Segunda Lectura: Romanos 3,21-25a.28
Hermanos: Ahora, sin la Ley, se ha manifestado la justicia de Dios atestiguada por la Ley y los Profetas: la justicia de Dios, por la fe en Jesucristo, para todos los que creen. Porque no hay ninguna distinción: todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. El fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre, gracias a la fe. Porque nosotros estimamos que el hombre es justificado por la fe, sin las obras de la Ley.

Evangelio: Mateo 7,21-27
Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: «Señor, Señor», los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?». Entonces yo les manifestaré: «Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal». Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena». Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande».

Pidamos en primer lugar a nuestra hermosa Madre, la Virgen María, que ore por nosotros al Espíritu Santo para que Él nos conceda el don de entender la Palabra.
El ser humano que ha crecido y ha madurado acepta los mandamientos no como un método represivo de Dios, sino como un camino formativo de Dios, un camino pedagógico de Dios. Considerar “represores” los mandamientos de Dios es de niños o adolescentes que tienen necesidad de ser rebeldes para afirmarse a sí mismos. Pero el que está firme en su fe, sabe que los mandamientos son señales en la ruta hacia la vivencia plena del Reino de los cielos.
Los mandamientos son una gracia, pero también están por nuestro espíritu rebelde y débil, y Dios tiene que corregir, tiene que corregirnos, formarnos, educarnos, y reeducarnos.
Aceptar a Dios como alguien que tiene autoridad para hacer eso es fe. Asumir que Él es el Señor, es fe. Dejar que Él marque las pautas es fe. Obedecer esas pautas porque las acepto de corazón y las asumo racional, emocional, sentimental y actitudinalmente en mi vida, es fe. Amarlo para compartir su manera de amar, de pensar, de sentir, de obrar, es fe.
Pero el discípulo sabe bien que está permanentemente en un camino de seguimiento y de conversión, de transformación interior al aceptar la gracia de Dios, al aceptar la enseñanza del Maestro y al asumir las actitudes de vida del Maestro, al aceptar y amar a los hermanos de la comunidad y del mundo. Y ese camino está plagado de obstáculos, que vienen de adentro y de afuera del mismo discípulo.
Obstáculos de adentro pueden ser: la inclinación al mal, los malos hábitos adquiridos, los pecados cometidos a propósito, los malos deseos, las actitudes de antagonismo, envidia, desprecio, celos, egoísmo, etc, los rencores mantenidos, los perdones no dados, el no querer escuchar para no querer cambiar, y mucho más que muchos conocemos bien.
Obstáculos de afuera pueden ser: las tentaciones a hacer un camino distinto del camino del Maestro, las confusiones en las que quieren hacernos caer, las mentiras que nos dicen, las manipulaciones que pretenden hacernos, las heridas y agresiones que quieren hacernos, las distintas seducciones que se nos presentan para que abandonemos el camino del discipulado, etc.
Acogerse, entonces, al Señor, pidiendo ayuda y salvación se torna imperioso, porque con nuestras propias fuerzas es imposible aguantar todo. Refugiarse en el Señor como en un baluarte rocoso que me protege es indispensable. Asumirnos con esa debilidad es sabiduría, porque de lo contrario la presunción de creernos con las fuerzas suficientes para la lucha nos haría aún más débiles, porque el maligno usaría nuestra presunción para hacernos creernos más crecidos, más elevados, y luego nos haría caer más profundo, hiriendo nuestra soberbia más dolorosamente. La persona humilde sabe bien que sin Dios nada puede y por eso se vuelve fuerte y valiente porque espera en el Señor que lo salvará por su gran misericordia.
Es así que en Jesús nosotros hemos tenido la prueba enorme de la gracia de Dios, de la misericordia de Dios, con todos, porque todos hemos pecado y estamos privados de la gloria de Dios. Él nos ha hablado y anunciado la buena noticia del Reino, nos ha mostrado el amor infinito del Padre, ha sido el rostro visible del Dios invisible, ha sido la expresión máxima de la misericordia, ha dado su vida en rescate por todos nosotros, nos ha dado su Espíritu para que viviéramos en el Espíritu, nos ha hecho miembros de su cuerpo que es la Iglesia, nos ha dejado la misión y la contención y el estímulo de la Iglesia en cada uno de sus miembros como servidores unos de otros, nos ha hecho cargo de reconciliar al mundo y de continuar Su obra completando en nuestra carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo para la redención de todos…
Vivir en la fe, adultamente, comprometidamente, valientemente, es justamente no quedarse diciendo “Señor, Señor”, sino hacer la voluntad de su Padre que está en el cielo. No se trata de hacer cosas en nombre de Jesús, sino en poner en práctica las palabras que nos ha dicho, las enseñanzas que nos ha dado, los ejemplos que nos ha dejado. Quien quiera ser sólo un creyente, le alcanza con saber las cosas que dijo Jesús. Quien quiera ser discípulo se ocupará de practicarlas. El mero creyente edifica sobre arena. El verdadero discípulo edifica sobre roca, y esa roca es Cristo.
Hoy tenemos una gran tentación que nos quiere sacar del camino: hacer de nuestra fe católica una fe “a la carta”, eligiendo lo que nos gusta y dejando de lado lo que nos incomoda. Por varios lados se pretende promover una fe vivida de ese modo, pero nos toca en responsabilidad asumida adherirnos a las enseñanzas de Jesús, al verdadero magisterio de la Iglesia que nos da la interpretación correcta de sus palabras y en la vivencia de una comunión que va más allá del entendimiento, una comunión en espíritu, con la humildad de todos, de saber que no estamos exentos de comprender mal, de querer mal, de desear mal, de hacer mal. La exhortación de Jesús que nos traía el evangelio del domingo pasado, “busquen el reino de Dios y su justicia” tiene que ser orientadora para todos nosotros.
Que la Virgen Santa María nos anime y sostenga en el seguimiento fiel a Jesús, en la Iglesia y con la Iglesia.
Dios bendito y la hermosa Madre nos bendigan a todos.

4 comentarios:

miriam dijo...

perdón por no hacer hoy ningún comentario referente a esta hermosa homilía, con la cual coincido.

lo que sucede es que hace unos días falleció un familiar...un hombre de alrededor de 60 años, que vivía solo, alcoholico. vivía solo, separado de su esposa hace muchos años, con hijos adolescentes con los cuales no tenía contacto, ni trato.
algunos miembros de su familia, por no tener contacto frecuente por la distancia, no lo pudimos ayudar a cambiar su situación frente al alcohol, porque él no permitió, no aceptó ser ayudado.el 27 de febrero, él puso fin a su vida.quizá ninguno de nosotros tuvo la capacidad para llegar a él.
yo rezo por su alma, para que el Señor lo reciba entre sus brazos y pueda encontrar la paz y serenidad que no tuvo en esta vida, pues solo el Señor sabe qué pasó por su cabeza en el momento de tomar tan drástica determinación.
muchos de sus familiares se sienten mal, culpables, por no haber podido hacer nada para sacarlo del alcohol.
quizá unas palabras sobre cómo ver el suicidio de un familiar, cómo afrontarlo,nos haría bien a muchos en mi familia.

agradeciendo desde ya, pido al Señor lo bendiga siempre

Anónimo dijo...

Yo siento que las lluvias y los torrentes que se precipitan sobre nuestra vida son los hechos que nos conmueven profundamente, como el suicidio del que nos habla Miriam en su comentario.
Ante este hecho doloroso tenemos que ver donde están nuestros cimientos, sobre que pilares edificamos nuestra vida. ¿ha sido Jesús el Camino, la Verdad y la Vida de nuestra vida?
Si es así recordemos que Jesús nos dice que el único Juez es el Padre.
Y luego ayudemos a cada uno de los que quedan a dar sentido a su vida.
A reconocer el inmenso valor y dignidad de la vida.
Eso sólo lo podremos hacer pidiendo a Dios amor verdadero (nunca lástima) por cada uno y amandolos con ternura y firmeza.
Miriam: hermana en la fe, pido a Dios por tí, por el que se fué, por todos los que quedan, para que tu casa (y la de todos) se sostenga sobre la roca firme.

miriam dijo...

...gracias...
"que Jesús sea la roca firme donde cimiente mi vida, y también la balsa que me auxilie cuando la tempestad la arrase".
...nuevamente: gracias...
que Dios y nuestra hermosa madre los bendiga siempre

Mirta dijo...

Mirian, deben sentirse terribles, pero nunca culpables. Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra propia vida. Desde las decisiones que tomamos ...las opciones que hacemos ...Si él no quería cambiar, imposible que ustedes lo hubieran logrado. Dios que todo lo ve y perdona lo habrá recibido en sus brazos. Él está bien.
Ahora miren para adelante ...qué pueden hacer para vivir por lo que él no pudo vivir.Y, sí, apoyen y acompañen a su familia más cercana ...su ex-esposa, sus hijos adolescentes para que puedan encontrar el camino del perdón y la reconciliación. Un fuerte abrazo y Dios te dé a vos y a la familia mucha paz.¡un fuerte abrazo!